El relato de cómo fotografié y sobreviví el reto de capturar aviones en movimiento con mi vieja Cámara 

A veces, sin esperarlo, la vida nos presenta retos que debemos asumir con las herramientas que tenemos a mano, y la fotografía no es la excepción. Durante las vacaciones, mi esposa me sorprendió invitándome a una exhibición aeronáutica donde se presentarían varios shows acrobáticos de vuelo, entre ellos el de los brasileños de la “Esquadrilha da Fumaça”.

Mi primer pensamiento fue ‘es una muy buena ocasión para hacer fotos’. Sin embargo, en ese momento no tenía conmigo el equipo con las características idóneas para asumir el desafío, yo había decidido viajar con una cámara bastante vieja y de bajas prestaciones, la Canon EOS Rebel 2Ti, (una tortuga si la comparamos con una cheetah, como la rápida 1DX) y con un lente 15-85 mm EF-S USM, bastante más limitado en alcance  que un teleobjetivo.

Pero la situación no me desanimó, por el contrario decidí que era una buena oportunidad para retarme y ver qué podía lograr con lo que tenía disponible.

Nunca antes había hecho fotografía deportiva o que demandara disparos en ráfaga y enfoque continuo, lo que representaba una gran motivación pero al mismo tiempo me generaba mucha ansiedad.

Para no llegar a improvisar, decidí previamente, tomar mi equipo y comenzar a practicar con el fin de encontrar la configuración más idónea para ese día, imaginando lo que suponía fotografiar aviones surcando el cielo a grandes velocidades.

Tenía un poco de tiempo antes del evento, así que hice algunas pruebas en la calle captando autos transitando en una autopista, para hacerme una idea de lo que significaría capturar bólidos en movimiento y lo que la cámara podía darme. Un ejercicio de ensayo y error, evaluando cuál sería el mejor camino a seguir.

Después de un buen rato de experimentos, dispuse configurar mi cámara para disparar en ráfaga (6 fps en raw), coloqué el autoenfoque en AI Servo (para garantizar que siguiera un elemento en movimiento y elevar las posibilidades de que quedara enfocado) y le di prioridad a la velocidad de obturación sobre el diafragma, usando 1/1000 s como mínimo. Todo esto esperando tener un día soleado o con pocas nubes, para no tener que modificar algunos valores.

El momento del evento llegó, junto con la reaparición de viejas sensaciones que hacía tiempo no tenía: emoción, expectación e incertidumbre por cómo saldría todo.

Cuando llegué al aeropuerto donde sería la exhibición el cielo estaba parcialmente nublado, y tras los experimentos hechos me di cuenta que al hacer este tipo de fotos, el sujeto a fotografiar esta primordialmente a contra luz, porque está en el cielo y yo en tierra apuntando hacia arriba. Es por ello que decidí esperar a que el sol bajara su posición un poco, con el fin de tener una luz más favorecedora y que no creara tantas sombras en los aviones de cara al suelo. Por suerte para mí, el equipo de Brasil comenzó su exhibición a las 3:30 PM lo que me benefició sobre manera en cuanto a luz.

Giros, mucha velocidad, altitud, coordinación, acrobacias arriesgadas y estelas de humo fueron las principales características de su presentación. Un deleite para los espectadores de todas las edades que se encontraban en el lugar disfrutando de la adrenalina que generaban su coreografía aérea y el rugido de sus motores al pasar una y otra vez,  rasantes cerca de nuestras cabezas.

Allí me di cuenta, que esos momentos de delirante cercanía eran mi mejor oportunidad de hacer buenas tomas, porque recuerden que no contaba con un teleobjetivo. Una y otra vez hice barridos con mi cámara siguiendo a los aviones de la Esquadrilha da Fumaça mientras la disparaba. Entré en esa maravillosa concentración, donde todo a tu alrededor desaparece y te vuelves uno con la cámara. Olvidas que tus manos, tu cuerpo y tu cerebro van al compás de tu visor. Todo fluye naturalmente y solo ves belleza, color, formas, movimiento y emociones. Imagino que será muy similar al momento en que los surfistas entran en el túnel de una ola.

Al terminar, luego de un increíble show, el equipo aterrizó y estacionó sus aviones muy cerca del público. Mi esposa y yo nos acercamos, yo quería  aprovechar la ocasión y fotografiar a los intrépidos pilotos. ¡Que gran sorpresa me llevé! Uno de ellos era una mujer muy bella. El hecho, me dejo gratamente sorprendido y reflexioné acerca de lo retador que debió haber sido para ella formar parte de ese equipo.

El ejemplo de la hermosa piloto y la experiencia que viví ese día a través de este ejercicio fotográfico, me confirmaron que cuando algo te apasiona no importan las limitaciones que puedas tener o encontrar, debes usar lo que tienes lo mejor que puedas y evolucionar.

Los dejo con las imágenes de ese día y ustedes evaluaran bajo su propia experiencia y criterio el resultado.